Antropología
lingüística
La
Antropología lingüística o Lingüística antropológica estudia los lenguajes
humanos. Dado que el lenguaje es una amplia parte constitutiva de la cultura,
los antropólogos la consideran como una disciplina separada. Los lingüistas se
interesan en el desarrollo de las lenguas. Así mismo, se ocupan en las
diferencias de los lenguajes vivos, cómo se vinculan o difieren, y en ciertos
procesos que explican las migraciones y la difusión de la información. También
se preguntan sobre las formas en que el lenguaje se opone o refleja otros
aspectos de la cultura.
Dentro
de las ciencias sociales, disciplinas como la lingüística y la antropología han
mantenido una relación que ha tomado la forma de un complejo proceso
articulatorio influido a lo largo del tiempo por las distintas condiciones
históricas, sociales y teóricas imperantes. La lingüística, al igual que la
etnología, la arqueología, la antropología social, la antropología física y la
historia, es una de las disciplinas que conforman el campo de la antropología
desde algunas perspectivas. La lingüística estudia el lenguaje para encontrar
sus principales características y así poder describir, explicar o predecir los
fenómenos lingüísticos. Dependiendo de sus objetivos, estudia las estructuras
cognitivas de la competencia lingüística humana o la función y relación del
lenguaje con factores sociales y culturales.
La
relación entre la lingüística y la antropología ha respondido a distintos
intereses. Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, la antropología y la
lingüística comparativa intentaban trazar las relaciones genéticas y el
desarrollo histórico de las lenguas y familias lingüísticas. Posteriormente, la
relación entre las dos disciplinas tomó otra perspectiva por la propuesta desde
el estructuralismo. Los modelos lingüísticos fueron adoptados como modelos del
comportamiento cultural y social en un intento por interpretar y analizar los
sistemas socioculturales, dentro de las corrientes de la antropología. La
tendencia estructural pudo proponerse por la influencia de la lingüística,
tanto en lo teórico como en lo metodológico. Sin embargo, al excluir las
condiciones materiales y el desarrollo histórico, se cuestionó que la cultura y
la organización social pudieran ser analizadas del mismo modo que un código
lingüístico, tomando al lenguaje como el modelo básico sobre el que se
estructura todo el pensamiento o clasificación.
No
obstante estos puntos de vista diferentes, se puede llegar a acercamientos
productivos reconociendo que la cultura y la sociedad son producto tanto de
condiciones objetivas o materiales como de construcciones conceptuales o
simbólicas. De esta forma, la interacción entre estas dos dimensiones nos
permite abordar a los sistemas socioculturales como una realidad material a la
vez que una construcción conceptual. Las lenguas implican o expresan teorías
del mundo y, por tanto, son objetos ideales de estudio para los científicos
sociales. El lenguaje, como herramienta conceptual, aporta el más complejo
sistema de clasificación de experiencias, por lo que cada teoría, sea ésta
antropológica, lingüística o la unión de ambas, contribuye a nuestra
comprensión de la cultura como un fenómeno complejo, ya que «el lenguaje es lo
que hace posible el universo de patrones de entendimiento y comportamiento que
llamamos cultura. Es también parte de la cultura, ya que es transmitido de una
generación a otra a través del aprendizaje y la imitación, al igual que otros
aspectos de la cultura».
ANTROPOLOGÍA ARQUEOLÓGICA
La
arqueología (del griego «ἀρχαίος» archaios, viejo o antiguo, y «λόγος» logos,
ciencia o estudio) es la ciencia que estudia los cambios físicos que se
producen desde las sociedades antiguas hasta las actuales, a través de restos
materiales distribuidos en el espacio y conservados a través del tiempo.
La
mayoría de los primeros arqueólogos, que aplicaron la nueva disciplina a los estudios
de los anticuarios, definieron la arqueología como el «estudio sistemático de
restos materiales de la vida humana ya desaparecida». Otros arqueólogos
enfatizaron aspectos psicológico-conductistas y definieron la arqueología como
«la reconstrucción de la vida de los pueblos antiguos». En Estados Unidos e
Inglaterra, la arqueología ha estado considerada siempre como una disciplina
perteneciente a la antropología mientras que esta se centra en el estudio de
las culturas humanas, la arqueología se dedica al estudio de las
manifestaciones materiales de éstas. De este modo, en tanto que las antiguas
generaciones de arqueólogos estudiaban un antiguo instrumento de cerámica como
un elemento cronológico que ayudaría a ponerle una fecha a la cultura que era objeto
de estudio, o simplemente como un objeto con un cierto valor estético, los
antropólogos verían el mismo objeto como un instrumento que les serviría para
comprender el pensamiento, los valores y la cultura de quien lo fabricó. Sin
embargo, en la mayoría de los países, la arqueología ha estado más unida al
estudio de la historia; en un principio como ciencia auxiliar de la historia
del arte, y luego de la historiografía en general.
Con
el paso del tiempo se ha dejado de lado la tradicional visión de la arqueología
como una de las ciencias auxiliares de la historia. En la actualidad, la
arqueología es considerada una ciencia histórica autónoma;1 es decir sería una
de las distintas disciplinas históricas.
Su
principal objetivo es el estudio de los cambios en la organización social, así
como la diversidad del comportamiento humano (económico, político, ideológico)
en el pasado. Esto normalmente se logra a través del estudio de restos
materiales en contextos espaciales y temporales definidos. Es por este motivo
que la arqueología tiene, en primer lugar, un particular interés en la
definición clara de secuencias temporales (divisiones diacrónicas), que se
concretan en periodos; aunque hay arqueólogos que tienden a especializarse en
un periodo, también prestan atención a sucesos previos y posteriores a ese
periodo; a este patrón constituye una excepción la arqueología urbana, donde no
resulta posible establecer divisiones temporales o diacrónicas. En segundo
lugar, la arqueología centra su atención en marcos espaciales concretos
(divisiones sincrónicas) tales como «regiones» o unidades políticas,
«sub-regiones» o comunidades, y «áreas locales-yacimientos» o unidades
domésticas y sus restos asociados (lugares de actividad, tumbas, entre otros).
A diferencia de la Historia, secuencias temporales profundas y diversidad de
espacios la proveen de variadas y complementarias escalas de análisis, rasgos
únicos que le permiten reconstruir y dar explicaciones acerca de los cambios
sociales y la diversidad de la organización social humana.
VER ENLACE PARA MAS INFORMACIÓN "RAMAS DE LA ANTROPOLOGÍA"
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